En el ámbito del buzoneo existen diversos métodos para conseguir que la publicidad del cliente sea más efectiva. Uno de ellos es la publicidad agresiva, que a pesar de que tiene mala prensa supone un alto grado de eficacia en las campañas. El objetivo de esta publicidad, cuestionada por algunos sectores, es el de garantizar un impacto fuerte y seguro en el potencial cliente gracias a su contenido. La capacidad de atracción de una campaña agresiva de buzoneo es muy alta, por lo que es muy utilizada en sectores con mucha competencia en los que desmarcarse de otras empresas del mismo ramo es prioritario. La clave es llamar la atención como sea, diferenciándonos de nuestros competidores a base de destacar con las herramientas más ocurrentes y dispares, con armas no siempre consideradas como ortodoxas pero que sin duda son capaces de conseguirnos un buen rendimiento. Lo primero que deberá conseguirse es atrapar la atención del potencial cliente y mostrarnos como una firma que se permite el riesgo. Pero cuidado, podemos caer en una espiral tóxica que arrastre al nombre de nuestra empresa.
Cuando un negocio comienza su andadura no le queda más remedio que sacar la cabeza por encima de su competencia ya establecida, que a veces es más poderosa que él. Hay que hacerse notar, y para ello la publicidad agresiva puede ser el mejor método. Habrá que jugar con la sorpresa e incluso con la provocación para destacar sobre las grandes empresas, que suelen ser más conservadoras.
Lo que tratamos de hacer con la publicidad agresiva es sorprender a los competidores y los clientes con un buzoneo de flyers, folletos o trípticos marcado por la personalidad y la diferencia. Este tipo de buzoneo es directo, con gran impacto, presume de mensajes llamativos y a veces beligerantes con la competencia, habla en tono exagerado y cuenta con un fondo visual acorde a este marco, que apoye con fuerza al mensaje. Aquí no hay pelos en la lengua, ni censuras, y a veces se cruzan o bordean líneas complejas que debemos tener en cuenta para que la publicidad no resulte contraproducente. La publicidad agresiva puede generar polémica, y ésta detalle se convertirá en un aliado a la hora de multiplicar el impacto, por lo que debemos valorar su impacto, y los pros y contras de la campaña.
Habrá, no obstante, que realizar una valoración previa de los resultados éticos o del posible descrédito que pudiera traernos una publicidad agresiva. Siempre ha límites que no se deben cruzar y es importante fijarlos. Una cosa es acercarse a ellos y otra atravesarlos y meternos en algún lío o caer en el problema de que nuestra propia publicidad se nos vuelva en contra. Cuidado con un acoso excesivo, ataques desproporcionados, exageraciones fuera de tono, comparaciones con poca clase o eslóganes que el cliente pueda percibir como dañinos en su reflexión. Otra cosa que debemos valorar es que si triunfamos con este tipo de publicidad agresiva nos vamos a meter en un bucle en el que se nos va a pedir que sigamos en esa línea y deberemos dar continuidad a nuestra apuesta. ¿Estamos preparados para continuar la jugada? ¿Cuánto tiempo podremos mantener el pulso innovador en nuestras campañas? También deberíamos prever cómo va a reaccionar nuestra competencia y si estamos preparados para su respuesta, pues probablemente comience una guerra publicitaria.
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